Historia

Historia del Aloe Vera.
La raíz de la medicina moderna se encuentra en la medicina natural, o, en la aplicación de los recursos naturales para la salud del cuerpo y mente de los hombres. Es de esta manera como encontramos  una planta denominada aloe, de grandes cualidades para la salud. Así, vemos como su historia se remonta prácticamente a las primeras civilizaciones.
La Biblia menciona con frecuencia el uso del aloe. Pero el primer registro es del año 1500 A.C. en el Papyrus Erbes, cuyas copias originales están protegidas en la Universidad de Leipzig. Estos documentos egipcios declaran que los valores curativos del aloe fueron y habían sido aclamados extensamente desde hace muchos siglos anteriores. Dioscórides, en el primer siglo d. C., describió extensamente el Aloe en su herbolario griego y también habló de sus virtudes medicinales y cosméticas.  Alejandro Magno conquistó la isla de Soco torra, al sur de Arabia, porque disponía gran cantidad de Aloe, que servirían para la curación de heridas y enfermedades de sus soldados durante las conquistas.
El aloe vera posee una larga y documentada historia que se remonta a la lejana antigüedad. Los antiguos asirios utilizaban el Siburu o Sibaru (Aloe Vera) como bebida para la indigestión y los gases. Los babilonios, egipcios y especialmente los hebreos dotaron a esta planta de connotaciones religiosas, valorando el jugo del aloe como una preciada y sagrada medicina.
Los chinos fueron los primeros en usar el aloe vera. En el Antiguo Egipto era de uso frecuente. Cleopatra, famosa por las leyendas y escritos sobre el cuidado de su cuerpo que le otorgaban una belleza sin igual, a parte de la leche de burra y otros productos naturales mencionados en los escritos, usaba como ingrediente esencial en sus curas diarias la sabia del aloe.
Los aloes de España proceden del continente africano, siendo un punto destacado el archipiélago canario, situado a corta distancia del norte de África. Esta tierra es rica en aloe, ya que tiene el clima idóneo para su cultivo, creciendo incluso de forma silvestre en todas las latitudes del archipiélago. Si bien es cierto que se ha conservado su uso casero a lo largo de las generaciones y de la cultura de los pueblos, no es hasta el fin de la IIª Guerra Mundial que redescubrimos el poder terapéutico del aloe, al comprobar que los habitantes de Hiroshima y Nagasaki, los cuales padecieron quemadas, después de un tratamiento con aloe se curaban más rápidamente y en muchos casos sin señales ni cicatrices.